En cada momento que el artista piensa en su obra, cada vez que aparecen las ideas, al acecho se encuentran dos personajes; Sísifo y Narciso. Desde el absurdismo presentado por Camus hasta la obsesión enfermiza de Narciso, se enfrenta a asuntos existenciales que debe resolver para materializar sus ideas que, por lo general son un acto especular donde incesantemente excava para encontrarse a sí mismo y aunque lo niegue, cada acto, busca alimentar su ego a la vez que valida su condición. Entonces en un acto de rebelión abraza el absurdo y lo disfruta, lo asume y lo vive intensamente, incluso sin saberlo, desde el mismo momento en que se hace artista. Si bien el arte actual se enmarca en gran medida en un compromiso activista donde su discurso debe hacer alusión directa a temas sociales y tomar posición, existen otros espacios donde explorar, aunque no sean tan populares. En esta propuesta desde un lenguaje tradicional y con un gesto abstracto, se materializa un Sísifo dibujante que manipula repetitivamente el grafito hasta encontrarle brillo y deslumbrarse ante él, inmediatamente en ese reflejo aparece Narciso quien comienza a hurgar en la superficie y sin darse cuenta la atraviesa, la corroe, la moldea. Sin embargo, esta introspección se convierte en un acto de resistencia donde la búsqueda del sí mismo parece volverse peligrosa en un mundo globalizado.